El primer semestre del presidente de los Estados Unidos llegó a su fin. Con soluciones mágicas pero poco claras en cuanto a sus políticas, Trump prometió muchas cosas. Pero, ¿qué ocurrió? Especialistas sobre el tema nos comparten su visión de este inusual presidente.
Por Dolores Barón
El fenómeno de Donald Trump como presidente de una de las primeras potencias es algo que hasta el día de hoy sigue sin creerse. Fue algo sorpresivo, pero aun así, sucedió. Después de todas las propuestas que hizo en campaña, el pueblo estadounidense y el mundo siguen expectantes. Algunos analistas ponen en duda su capacidad de gestión.
“No es fruto de una casualidad que Trump haya sido elegido Presidente de los Estados Unidos”, dijo Paula Lugones, corresponsal en Washington de Clarín y autora de Los Estados Unidos de Trump. Contando con la ayuda indirecta de la prensa, que alimentaba su talento de reality show, y con toda la publicidad que invirtió en la campaña (más de 70 millones de dólares), logró generar impacto en la sociedad estadounidense. Ganando en la mayoría de los sectores de la “América profunda”, como por ejemplo en los estados de Oklahoma o Kansas, con el voto de sectores que le fueron clave y con todas las promesas de campaña que gran parte del país quería escuchar hace un buen rato, llegó a la presidencia. Aun perdiendo en el voto popular, logró derribar a su rival demócrata, Hillary Clinton.
Luego del “examen” de sus primeros 100 días de mandato, el magnate inmobiliario fue evaluado como el presidente más impopular de todos, según sondeos de The Washington Post y CNN. No cuenta con un apoyo consolidado de los legisladores republicanos, pero sí con el respaldo constante de sus votantes. Sin embargo, Lugones explicó a ASTERISCO: “Los legisladores republicanos tienen que volver al interior a buscar votos, para la renovación de cámara de representantes del 2018, si sacan al Presidente por la ventana y después tienen que volver al interior a pedir el apoyo de ese votante, no se lo van a dar”. La clave para el magnate son sus votantes del interior del país. Cuando el soporte de la América profunda empiece a caer y a cesar, los legisladores tal vez empiecen a quitarle su respaldo político.
Hinde Pomeraniec, escritora y periodista, comentó a ASTERISCO: “Algunos van a mantener el apoyo a un hombre al que, justamente, votaron por todo aquello por lo que muchos de nosotros imaginábamos que no iba a llegar a la presidencia”. A aquellos fanáticos de Trump siempre les va a gustar verlo provocador en las redes sociales y lo único que hace es “encender la furia, la sorpresa y la perplejidad de los que no lo quieren”, agregó Pomeraniec, quien escribió el prólogo del libro de Lugones sobre Trump. También expresó que es un hombre que necesariamente debe ser constreñido por los dos poderes, el Judicial y el Legislativo.
En cuanto a algunas de sus propuestas de campaña populistas y con soluciones cuasi mágicas -desde el muro de México hasta el plan de infraestructura para dar ofrecer más trabajo- no todas resultaron. Lugones explicó que Trump fracasó y tuvo que volver atrás a reformular (y probablemente siga aprendiendo de esto) por simples errores de principiante. “Ha sido muy ingenuo y al comienzo de su mandato pensó que él iba a poder gobernar el país como gobernaba una empresa, dando órdenes y que eso que él quería, se cumpliera de inmediato”. Sin embargo, de a poco fue aprendiendo de los límites y las formas de Washington y, también, refuerza lentamente sus vínculos con el Congreso.
De todas formas, no necesariamente podrá cumplir todas sus promesas, pese a que formule sus propuestas de manera más prolija. Son muy atractivas y brindan una solución rápida para aquellos votantes afectados y frustrados por la presidencia de Barack Obama. Pero, por ejemplo, el plan de infraestructura, que si bien tiene como fin repartir trabajo para todos y construir puentes, caminos, puertos y demás, el magnate necesitará el apoyo de los republicanos y son mayormente conocidos por evitar y detestar el gasto público. Lugones añadió: “Con el tema del muro le pasó algo similar, el Presidente quiso establecer un presupuesto y el partido no se lo quiso dar”.
Sus votantes del interior parecen estar satisfechos con su gestión y hasta lo defienden fervientemente. Según ellos, al empresario multimillonario no lo ha dejado gobernar ni el Congreso, ni la prensa. Hay un abismo entre los seguidores del Presidente y el resto de los votantes, especialmente quienes apoyaron a Hillary durante la campaña. Hay una diferencia bien marcada entre los Estados Unidos demócratas, de Nueva York y Washington, y la América del interior. Lugones ejemplificó el caso del triunfo de un republicano que había golpeado a un periodista en las elecciones de cámara de representantes en Montana. “Es un signo más que, sin importar todo lo que uno puede llegar a decir desde Wahisngton, en el interior pasa otra cosa”.
Yarden German, estudiante de la Universidad de Texas A&M, detalló a ASTERISCO que si bien no observó un aumento del racismo o de la discriminación, si percibió una mayor tensión por la legalización de portación de armas en las escuelas. Además, comentó que no es nueva esta dicotomía republicano-demócrata a nivel social, que es una diferenciación que estuvo siempre presente. “Si alguien va caminando por la calle con la gorra de ‘Make America Great Again’, es muy probable que alguien empiece una pelea y vaya a pegarle”. Destacó como no se suele hacer amistades o relaciones con alguien del partido opuesto. Lugones escribió en su libro que, mediante una encuesta realizada en el 2010 por el Centro de Investigaciones Pew, entre el 40% y el 45% de las personas reconoció que estaría perturbado si su hijo o hija se casara con alguien del partido opuesto.
Hubo muchas protestas de parte de figuras importantes, demócratas o meros ciudadanos comunes en contra de la presidencia de Trump, a quienes definen como un hombre racista, xenófobo y misógino. Luego del impacto de su triunfo, muchos empezaron a notar un aumento de los comentarios discriminatorios. Pero pese a todos sus tweets ofensivos, a todas las posturas que ha mostrado y a los intentos que ha tenido de frenar el flujo de los musulmanes o de construir el muro, todavía no hubo hechos que comprueben este supuesto incremento del racismo. Pomeraniec explicó: “La sensación es que efectivamente las instituciones están respondiendo y que la justicia responde y que la Legislatura responde y que, incluso, las segundas y terceras líneas de los ministerios son las encargadas de decirle muchas veces ‘Señor Presidente, esto no se puede hacer’”. También acotó que incluso durante la presidencia de Obama hubo unos episodios de racismo bastante desgraciados, como lo fue la masacre de Orlando, que en todo caso no es algo que haya traído Trump en sí.
El magnate tiene un apoyo colosal de gente que por ocho años estuvo frustrada, enojada y cansada de ser pasada por arriba por los que venían de afuera. Ese sector es abundante y le otorgó el triunfo a Trump. Sin embargo, por más respaldo popular que posea, no puede concretar sus planes sin la sustentación de los otros poderes y de su propio partido. Pareciera que el Presidente se está dando cuenta que no puede dirigir a un país como se dirige una empresa y se puede esperar un gradual aprendizaje de él. Al ser moderado y controlado por las instituciones, se puede pensar en una mejora en esta gestión. Pero nunca se sabe con Donald Trump, impulsivo e impredecible a la hora de hablar y actuar.
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