Por Sofía Álvarez Beroqui
sofia11_94@hotmail.com
Vivimos
en contacto con infinidad de dispositivos que extienden nuestras capacidades y
brindan oportunidades inagotables, sin embargo, también pueden generar
dependencia, ansiedad, y otros resultados inesperados.
Julia sube al colectivo y de repente se da cuenta
de que olvidó su smartphone en casa.
No podrá avisarle a su marido que llegará tarde, ni acordar con su amiga para
almorzar, tampoco podrá saber cuando su hijo llegue a casa de la escuela. La
invade un sentimiento de angustia y decide volver a buscar el teléfono aunque
llegue tarde al trabajo.
El año pasado en la Argentina subieron un 40% las
ventas de smartphones, y se cree que
este año la cifra seguirá aumentando. Se han convertido en algo indispensable
de nuestra vida cotidiana, cambiando nuestro comportamiento, nuestros hábitos,
la forma de relacionarnos. Daniel Ivoskus, autor de “Obsesión digital” y “Vivir
conectados”, nota un cambio en la manera de comunicarnos: “Las redes sociales
surgen en un contexto en el que estamos viviendo un cambio de paradigma: ya no
existe el yo hablo, vos escuchás,
ahora entablamos permanentemente una conversación a través de ellas”.
Al analizar la relación que desarrollan las
personas con sus teléfonos celulares, Ivoskus destaca que se han transformado
en una extensión de nuestro cuerpo. Mario Lamagrande, psicólogo mendocino especializado
en redes sociales e Internet lo explica de la siguiente manera: “El hombre en
su relación con el entorno siempre se ha valido de herramientas que le han
servido como una forma de sentir que lo maneja. La comunicación,
naturalmente, es inalámbrica por eso el teléfono móvil desplaza a su par
con cordel. Se le anexan la cámara y otros implementos por ser este aparato una
forma de ampliar la necesidad de comunicar. De ahí que las redes encuentren su
expansión en la comunicación portátil”.
Las redes sociales son un fenómeno que, desde hace
años, forman parte de la rutina, y han tenido una recepción social enorme.
Lamagrande opina que representan un abanico de opciones en cuanto a
interrelación, conocimiento y esparcimiento: “Satisfacen una necesidad que es
comunicarse, conocer y tejer vínculos.”
Gracias a los dispositivos móviles se desarrolla un
contacto más personal e íntimo, debido a esto surgen nuevas necesidades y
ansiedades. Lamagrande afirma que las redes sociales no producen adicciones,
estas son un problema que surge de las personas que interactúan con ellas.
Ivoskus explica que hay muchas enfermedades ligadas
a la abstinencia de la tecnología: “Incluso en los chicos vemos la falta de
atención y de capacidad para concentrarse en una sola cosa. Esto es producto de
la sobre estimulación que genera Internet y las redes sociales. Estamos todo el
tiempo bajo el efecto de impactos. Muchos no toman dimensión de la exposición
que tienen cuando muestran algo en las redes. Esta tendencia por
"compartir todo" también puede tener efectos adversos. Por ejemplo,
es inseguro que una persona esté comentando permanentemente dónde está. Hay una
pérdida del concepto de intimidad porque ya no se mide la sobre exposición”.
Lamagrande cree que muchas personas encuentran
terapéutico expresarse en espacios virtuales porque alivia un malestar, permite
canalizarlo y las redes son utilizadas como una herramienta para ello.
La posibilidad de estar conectados es, según
Ivoskus, ambigua: “Nos acerca porque sabemos permanentemente qué está haciendo
la otra persona (incluso puede llegar a niveles paranoicos, como el estar comprobando
la hora a la que se conectó al chat por última vez). Pero también nos aleja, cuando
desestimamos llamar o visitar a alguien porque es más fácil mandarle un chat.
Tomemos el caso de las fechas de cumpleaños: cada vez se mandan menos SMS, que
se cambiaron por más saludos en Facebook
o chats”.
Lamagrande explica que el anonimato anima la
expresión. Esto avanza hasta el punto en que los límites de lo privado se
pierden y todo pasa a ser de conocimiento público. Ivoskus opina que es una
moda común en las redes sociales donde domina el anonimato: “Es reconocido el
caso de tusecreto.com.ar, donde
adolescentes comparten cosas privadas en forma anónima. Es peligroso porque no hay
un límite para estas declaraciones, sobre todo en los chicos jóvenes que aún
están formando su personalidad y pueden sufrir por cuestiones personales
reveladas en estos sitios”. El avance de la tecnología nos ofrece
infinitas oportunidades, pero para poder alcanzarlas es necesario aprender a
relacionarnos de manera segura con aquellas innovaciones que incorporamos a
nuestras vidas.
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